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¿Por qué nuestra salud depende de nuestro entorno?

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Las personas con menos recursos económicos, peores trabajos o que viven en condiciones precarias tendrán una salud más afectada.

© Javier Fergo / Covid Photo Diaries

En estos días estamos viviendo en primera persona como afecta el COVID-19 a nuestro día a día. Entre la mucha información que recibimos, hemos oído que es un virus que no discrimina entre personas ni territorios. Sin embargo, si algo hemos aprendido en Médicos del Mundo de otras pandemias anteriores es que no todas las personas se ven afectadas de la misma manera: aquellas con menos recursos económicos, peores trabajos o que viven en condiciones precarias se verán más afectadas, porque el contexto en el que vive, trabaja y se relaciona una persona determina en buena medida su salud. Este tipo de condicionantes es lo que llamamos determinantes sociales de la salud. 

El acceso a una vivienda de calidad, a agua salubre y a servicios de saneamiento es un derecho humano y una condición indispensable para una vida sana. No obstante, millones de personas en todo el mundo viven hacinadas en infraviviendas, que apenas son más que una habitación multiuso, sin agua corriente, que tienen que traer desde lejos (y que no siempre es potable) y sin redes de saneamiento. Una situación que no solo existe en los países empobrecidos, sino también en nuestro país, no lejos de nuestras propias casas bien acondicionadas.

El trabajo afecta seriamente a la salud

La salud, tanto física como mental, también puede verse afectada por la precariedad laboral que sufre una persona o por las malas condiciones de trabajo, que pueden llevar a sufrir accidentes y enfermedades. No paramos de escuchar historias de mujeres y hombres que trabajan largas jornadas, sin apenas descanso, bajo fuertes presiones y por salarios míseros que les generan problemas de salud crónicos. Aquí y allí las historias de explotación y sus consecuencias sobre la salud son parecidas. El derecho a un trabajo digno sigue siendo un objetivo inalcanzable para millones de personas.

La infancia, la más afectada por las malas condiciones de vida 

Estos determinantes sociales reflejan un nivel de vida bajo y eso implica una inequidad sanitaria que influye a lo largo de toda la vida. La infancia es tal vez la etapa más importante para el adecuado desarrollo de una persona, y en España -con datos de 2019- tenemos una tasa de pobreza infantil del 20%, la tercera tasa más alta de Europa.

En los países empobrecidos, y especialmente en África subsahariana, la situación es infinitamente peor y el impacto que los determinantes sociales tienen en la salud infantil es devastador, porque 1 de cada 13 menores muere antes de cumplir los 5 años. Desde el final del periodo neonatal hasta los cinco años, las principales causas de muerte en estas zonas son la neumonía, la diarrea y el paludismo, causados en buena parte por la malnutrición, el uso de agua insalubre, la falta de saneamiento y el hacinamiento.

¿Y qué pasa con las mujeres?  

Pues pasa que la desigualdad de género lo atraviesa todo, crea desigualdades y afecta a la salud de las mujeres y las niñas en todo el mundo. Las mujeres presentan un mayor riesgo de sufrir pobreza y peor salud a lo largo de sus vidas debido, entre otras razones, a los menores niveles de educación, los salarios más bajos, la mayor frecuencia de empleos temporales o a tiempo parcial y la dependencia económica derivada de los roles sexuales adquiridos, principalmente los de cuidado familiar.

Tampoco afecta igual a la salud tener un sistema de atención sanitaria de calidad y de fácil acceso o no tenerlo. En algunos casos, el problema es la debilidad de los sistemas sanitarios, mal financiados y mal dotados (en personal sanitario, equipamiento, hospitales, laboratorios, etc.), y en otros, la dificultad es lograr atención médica, bien porque es muy cara, como en Estados Unidos, o porque los centros sanitarios son escasos y lejanos de donde vive la gente.

Equipo de Médicos del Mundo Andalucía atiende a trabajadores del campo migrantes en el mar de plástico de Almería. Foto: Javier Fergo / Covid Photo Diaries.

Equipo de Médicos del Mundo Andalucía atiende a trabajadores del campo migrantes en el mar de plástico de Almería. Foto: Javier Fergo / Covid Photo Diaries.

Es hora de actuar: ¿será la pandemia del COVID-19 el empujón definitivo para hacerlo? 

Aunque los gobiernos llevan desde los años 80 hablando sobre la necesidad de actuar sobre los determinantes sociales de la salud, y la mayoría ha firmado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en el que se recogen buena parte ellos, se avanza poco y muy lentamente.

Mejorar las condiciones de vida de la población fomentando entornos saludables, asegurando empleos dignos y protección social a las personas a lo largo de su vida, y garantizando servicios de salud de calidad y de cobertura universal, exige establecer políticas públicas que primen la salud de toda la población por encima de otros intereses. Tal vez la pandemia que asola nuestros países sea una oportunidad para que los gobiernos sitúen la protección de la salud de las personas en el centro de su acción política.