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Atacar en la frontera de Grecia a las personas que huyen de la guerra pone en cuestión el concepto de humanidad

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El clima de pánico que se ha creado no se corresponde con la realidad y afecta no sólo a quienes sufren hostigamiento y persecución, sino también a la sociedad en su conjunto.

© EFE

Consideramos que el clima de pánico que se ha creado no se corresponde con la realidad y afecta seriamente no sólo a quienes sufren hostigamiento y persecución, sino también a la sociedad en su conjunto.  

Desde que a finales de febrero Turquía decidiera abrir sus fronteras para que las personas que huyen de las bombas en el noroeste de Siria -en un número estimado de un millón- puedan alcanzar Europa, las autoridades continentales han mostrado su peor cara. Tanto las turcas, utilizando a quienes sufren para presionar a la Unión Europea, como las griegas, anulando ilegalmente el derecho de asilo y también las de la UE, que está permitiendo la violación de los tratados internacionales que deberían garantizar.

La decisión del gobierno de Grecia de suspender el derecho al asilo es inhumana e ilegal, pone en peligro vidas humanas y abocará al país a recibir sanciones internacionales. La legislación aprobada recientemente estipula la deportación sin registro de las personas solicitantes de asilo, bien a su país de origen o al de entrada en territorio europeo, lo que contraviene el derecho fundamental al asilo consagrado en la Convención de Ginebra. “Esa normativa debe ser retirada inmediatamente. Hay que dejar de devolver a las personas a lugares donde sus vidas peligran”, declara Eugenia Thanou, directora general de Médicos del Mundo Grecia.

El resultado es que las personas atrapadas en las fronteras de Europa han sido atacadas e injustamente tratadas. Aunque quisieran entrar en Grecia de forma legal, nadie les ofrece esa posibilidad real. Muchas proceden de la zona norte de Siria más castigada por el recrudecimiento de la guerra, pero también están llegando a las costas mediterráneas migrantes procedentes de otros países -como Somalia, Sudán, Afganistán o Irán- para quienes continuar en Turquía es extremadamente inseguro. Incluso si cuentan con algunos ingresos, la exigencia de reportar su ubicación cada 15 días, algo que solo puede hacerse en determinados puntos a menudo alejados de sus domicilios, les hace inviable la supervivencia.

“Tratar así a las personas que huyen de la guerra no está a la altura del ser humano. Lo que se va a pique no son solo barcas, es el mismo concepto de humanidad”, afirma Thanou.

En Grecia, los comportamientos extremistas observados por parte de algunos civiles, el Ejército y la Policía contra las personas refugiadas y las organizaciones humanitarias son muy alarmantes. “Alimentar la sospecha y extender el odio contra las iniciativas de solidaridad es irresponsable y peligroso”, opina la portavoz de la entidad. Consideramos que el clima de pánico que se ha creado no se corresponde con la realidad y afecta seriamente no sólo a quienes sufren hostigamiento y persecución, sino también a la sociedad en su conjunto.

La retórica del “escudo” que mantiene la Comisión Europea no ayuda en este escenario. Sería más útil habilitar mecanismos urgentes, justo y racionales de reasentamiento en otros países de la UE de solicitantes de asilo que se encuentran en Grecia. 

Mientras tanto, es urgente atender las necesidades humanitarias tanto de quienes están llegando a las costas de Grecia como de quienes permanecen en los hacinados centros de las islas. Descongestionar estas instalaciones, reubicando a solicitantes de asilo en otros países europeos, debe ser una prioridad, sobre todo en los casos de menores de edad. La situación no es mejor en las zonas de Turquía cercanas a la frontera helena, como Edirne, donde las personas en desplazamiento están durmiendo al raso, sin ninguna protección. En los asentamientos informales y precarios no hay ningún tipo de atención sanitaria, que es urgente prestar. Tampoco hay acceso a agua potable ni alimentos. La situación en este punto es de extrema necesidad, sobre todo para la infancia.

Nuestra organización, cuya delegación helena suscribió ayer una carta, junto con 30 organizaciones, dirigida a las autoridades griegas y europeas, plateando estas y otras preocupaciones, mantiene equipos activos en todos los países involucrados en esta crisis de acogida, desde Siria a Grecia.

Nuestro trabajo en la zona

En Lesbos, trabajamos actualmente para aumentar el acceso a los servicios sanitarios esenciales –incluido el apoyo psicosocial- para las personas refugiadas y solicitantes de asilo que residen en Lesbos. Está prevista la apertura de una clínica de atención primaria dentro del Centro de Acogida de la Municipalidad, ubicado en Mavrovouni/Kara Tepe. La capacidad total de alojamiento del centro es de hasta 1.300 personas, con prioridad para las familias vulnerables. En los últimos meses, también desplegamos un equipo de emergencia en Sikaminia para ofrecer asistencia ante las nuevas llegadas. En Evros, organizamos una rápida misión de evaluación el pasado 4 de marzo para comprobar las necesidades de las personas que permanecen en la tierra de nadie. Seguimos vigilando la situación en tierra a través de nuestra oficina en Salónica y nuestro trabajo en red con otras organizaciones.

EFE / Dimitris Tosidis